sábado, 19 de enero de 2013

Alimentación del preescolar



Este periodo se caracteriza por ser una etapa de transición entre la fase de crecimiento acelerado del lactante y el periodo de crecimiento estable. Es un periodo madurativo en el que el niño realiza avances importantes en la adquisición de funciones psicomotoras (socialización, lenguaje, marcha), al tiempo que se ralentiza el proceso de aumento de masa, de crecimiento.

En este periodo la tolerancia a la alimentación variada se aproxima a la del niño mayor y del adulto.

La dieta debe ser equilibrada, variada e individualizada para asegurar un desarrollo y crecimiento adecuado, sin olvidar que en este período cobra gran importancia un buen aprendizaje de hábitos alimentarios correctos y saludables que puedan prevenir algunas enfermedades del adulto o derivadas de una mala alimentación, ya que durante esta etapa comienza el desarrollo  del gusto por las comidas y el factor familiar es uno de los más importantes en este proceso, de ahí la importancia de ofrecer un modelo familiar de hábitos alimenticios correctos y no limitar el consumo de alimentos fundamentales para su crecimiento, desarrollo y gustos futuros:

  • Leche y derivados lácteos: los productos lácteos son un componente importante de la alimentación. Se aconseja consumir 500/600 ml de lácteos al día, leche,  yogur o queso…
  • Carne, pescado y huevos: dar con preferencia carnes y pescados magros   y evitar el consumo de grasa visible en carnes, así como animar al consumo de pescados azules por su riqueza en ácidos grasos poliinsaturados.
  • El huevo se administrará entero nunca crudo y se recomienda dar de uno a tres por semana.
  • Cereales y pan: la principal fuente de hidratos de carbono, y junto con las frutas y verduras de fibra. Se pueden administrar en forma de cereales para desayuno o en papillas para los más pequeños. A partir del año se tiene que empezar a incluir pan en las comidas. El arroz, las pastas y patatas deben administrarse al menos dos o tres veces por semana.
  • Frutas y verduras: deben formar parte del régimen diario y se pueden utilizar frescas o congeladas.     
Ciertas verduras, como zanahorias, espinacas, nabos y acelgas, son ricas en nitratos, perjudiciales en estas edades; para reducir estas sustancias conviene no recalentarlas más de una vez y consumirlas muy de vez en cuando.
Las frutas preferentemente frescas y bien maduras, como mínimo en número de dos piezas al día. El consumo de zumo de fruta natural que no contenga azúcar añadida, es una buena alternativa para ofrecer variedad.


  • Legumbres: consumir al menos dos veces a la semana, guisadas principalmente con verduras y evitar los excesos de grasa.
  • Agua: deben estar bien hidratados y favorecer el hábito del consumo de agua frente a otras bebidas.
  • Ejercicio Físico: favorecer el desarrollo de hábitos deportivos como fórmula de prevención frente a patologías derivadas del sedentarismo y hábitos de alimentación incorrectos.
  • Limitar el consumo de sal.
  • Es importante que durante este periodo el niño no adquiera conductas caprichosas y monótonas, con preferencia hacia unos alimentos y aversión por otros. A partir de los dos años el niño ha de tener horarios regulares de las comidas sin saltarse ninguna toma, evitando que pique entre horas. Se evitaran los fritos y la pastelería especialmente la industrial.
  • Favorecer el hábito de realizar 5 comidas al día:
    1. Desayuno: 25% de la energía total del día
    2. Media mañana: 10% de la energía total del día
    3. Comida: 30% de la energía total del día
    4. Merienda: 10% de la energía total del día
    5. cena: 25% de la energía total del día

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